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CARTA PASTOR FUNDADOR

Hogar Luterano Valdivia / Chile

de Niels Koerner, Pastor en Valdivia desde1963 a 1972

Nada hago con más agrado, que escribir un informe sobre la génesis e historia de la obra social de nuestra Iglesia Luterana en chile

Cuando llegué a Valdivia en octubre de 1963, la ciudad se mostraba aún dibujada por el terremoto de 1960. La iglesia estaba hundida en escombros, el culto se realizaba en un local provisorio. Del nuevo templo, el cual debía erigirse en lugar del antiguo, se veían sólo los fundamentos. Nosotros y otras iglesias luteranas en Chile habíamos recibido desde Alemania la ofrenda completa de un domingo de todas las iglesias evangélicas para la reconstrucción. Valdivia recibió la suma de alrededor de 400.000,- marcos, la congregación de Puerto Montt recibió algo más que la mitad. Para los chilenos era una suma increíble. Mi antecesor y el directorio de la iglesia le habían encargado a los arquitectos la misión de construir una iglesia realmente moderna, cosa que en ese tiempo aún no había en Chile. El Außenamt (ministerio) de la iglesia había insistido en esa dirección y decidió también por eso. El resultado era colosal. No puedo entrar en detalles aquí. A través de la moderna construcción se esperaba estar preparados contra futuros terremotos. Eso se mostró luego en el año 2010, ya que el edificio sobrevivió los fuertes temblores sin daños. Cuando Pablo Neruda visitó la construcción luego de que estuviera lista, me dijo: “Han construido una fortaleza, querido Pastor. Y me preguntó si es que la ve como una defensa para sus creencias o si quieren atacar a las personas con la Biblia y su mensaje.”

Muy pronto maduró en mí el pensamiento de que el moderno edificio necesitaba un contrapeso. Muchas personas habían perdido sus viviendas por causa del terremoto de 1960. El terreno sobre el cual estaba Valdivia se había hundido aproximadamente 2 metros””. Miles de hectáreas de tierra estaban ahora bajo el agua. Barrios completos se habían vuelto inhabitables. Por este motivo se había construido un nuevo barrio con viviendas de emergencia. Esta población fue nombrada “Emergencia”. Y así era también, más que miserable. Cada familia recibió una caseta de 25 x 30 m2. Cuando visitamos la población por primera vez estábamos consternados por la pobreza ahí reinante. Llamaba especialmente la atención el hecho de que los niños andaban descalzos en el invierno chileno con su fría lluvia. Además vimos a no pocos niños con quemaduras en las manos y rostros. Se nos explicó que en cada una de las pequeñas casetas había un brasero como fuente de calefacción. Decían que era inevitable que los niños entablaran una dolorosa relación con los carbones encendidos. Entonces se originó el pensamiento de levantar una especie de guardería muy sencilla en esa población, para por lo menos permitirle a los niños juegos seguros y poder darles una comida caliente al día.

En ese tiempo nos visitó un representante de “Brot für die Welt” (Pan para el Mundo), Hans-Joachim Hofmann, quien nos dio el consejo de planificar generosamente desde el comienzo. Debíamos tratar con el principio de “no fijarse tanto en los recursos, sino en la necesidad que se quiere cubrir y atraer así el interés de quienes donarán”. Los proyectos poco ambiciosos recibían poco apoyo. Ese consejo lo seguimos en Valdivia. El directorio de la Iglesia apoyó la empresa desde el principio. Aún recuerdo bien la noche en la que expuse mis ideas. Y cuando luego le pregunté a las damas y los caballeros qué pensaban de mis planes, reinó el silencio, hasta que uno de los presentes dijo: Pero eso es algo humillante; no hemos estado siquiera cerca de la idea de que la Iglesia Evangélica tuviera que ayudar prácticamente a los más pobres de la ciudad y hay que hacerlo. Esa noche conseguí también dos compañeros de lucha, los señores Norbert Petersen y Arnold Michaelis, quienes se han dedicado hasta hoy al Hogar Luterano.

No quiero escribir más de las dificultades que hubo hasta que pudimos convencer a la administración municipal de nuestros planes. El terreno de construcción lo había financiado la congregación luterana a través de la venta de ladrillos. De “Brot für die Welt” recibimos 200.000 marcos aprox. que también alcanzaron para cubrir los costos de los primeros años. En todo caso llegó el día, en noviembre de 1965, en que pudimos inaugurar la nueva iglesia, también el día en que se puso la primera piedra de la obra social, que recibió el nombre de “Hogar Luterano”. Un año y medio más tarde – en mayo de 1967 – pudimos integrar a los primeros niños preescolares. Lieselotte Rau, una de las especialistas procuradas por “Dienste in Übersee” estuvo a cargo de la dirección organizativa y pedagógica. En ese entonces ya se presentía que Chile entraría a tiempos intranquilos. También el Hogar Luterano debió cerrar sus puertas por un tiempo. En el país reinaban relaciones caóticas. En 1974 se halló una directora chilena para esta obra social. Fue Brígida Campos quien asumió los asuntos del Hogar Luterano como propios durante las siguientes décadas. Recién hace un año dejó la dirección en manos más jóvenes. Su sucesora es Lucía Solanich Sotomayor.

El Hogar Luterano experimentó la estampa decisiva bajo su directora, la señora Brígida Campos. Ella es profesora de profesión. Algunos años después, luego de que ella asumiera la dirección, la organización se extendió a niños en edad escolar y, con el paso de los años, hasta 340 niños han podido ser atendidos. A partir de 1991 el centro ofrece también el apoyo a estudiantes universitarios, que han sido favorecidos por la labor del Hogar Luterano. Los niños y jóvenes vienen principalmente de familias socialmente frágiles. Sus padres o madres son generalmente trabajadores sin formación laboral, con trabajos ocasionales y con mala remuneración, además de ser de poco conocimiento de lectura y de escritura. Así es como están sometidos a múltiples frustraciones, las cuales exteriorizan a través de la agresividad, el alcoholismo, consumo de drogas y violencia intrafamiliar. El Hogar Luterano enfrenta la carencia de amor y dedicación al brindarles a los jóvenes y jovencitas nuevas perspectivas para sus vidas. Con esto la educación integral queda en primer plano, la cual tiene lugar en una atmósfera de confianza y seguridad. Los jóvenes deben ser educados para la independencia y aprender a tomar sus propias decisiones. Deben conocer sus derechos y deberes, y experimentarse a si mismos y a su medio a través de un desarrollo libre. El trabajo con toda la familia y con la comunidad es importante para el éxito de la educación. En la planificación del programa anual, que se rige por un lema específico, son incluidos los padres y apoderados. Las puertas del Hogar Luterano están abiertas todo el año para los jóvenes y jovencitas de la población, independiente de su religión. Ellos reciben diariamente una alimentación saludable, aprenden sobre limpieza e higiene, son asesorados en el ámbito pedagógico, practican lúdicamente el comportamiento social, tienen apoyo para sus tareas y aún así queda tiempo para juegos y diversión. La biblioteca está disponible para todas las personas de la población que estén interesadas. Una pequeña estación dental se preocupa de mantener los dientes sanos.

Sin el compromiso desinteresado de Brígida Campos, sin sus capacidades pedagógicas y sus consecuentes pero justas decisiones, este centro no se habría convertido en lo que es ahora.

Par terminar no puedo dejar de mencionar, que el trabajo con los niños no hubiera sido tan exitoso si la organización „Kindernothilfe“ y un círculo de amigos de Alemania no hubieran concedido apoyo financiero en forma generosa. Así ha sido posible que generaciones completas hayan sido asesoradas y formadas en nuestro Hogar Luterano. Son miles los que han vivido una infancia y juventud feliz y protegida. Con respecto a la obra en Valdivia puedo compartir aquí al final, con leves modificaciones, el lema de la diaconisa:

“Nuestra recompensa es que podemos compartir el amor de Cristo con los demás.”

Niels Koerner                                          

Stuttgart, 22 de Marzo de 2010

 


 

Carta en idioma Alemán:

Hogar Luterano Valdivia / Chile  

von Niels Koerner, Pfarrer in Valdivia von 1963 - 1972

Nichts lieber mache ich, als einen Bericht über die Entstehung und Geschichte des Sozialwerkes unserer lutherischen Kirche in Chile zu schreiben.

Als ich im Oktober 1963 nach Valdivia kam, zeigte sich die Stadt allerorts noch gezeichnet vom Erdbeben 1960. Die Kirche war in Trümmer gesunken, der Gottesdienst fand in einem Provisorium statt. Von dem neuen Gotteshaus, welches an der Stelle des alten stehen sollte, waren gerade die Fundamente zu sehen. Von Deutschland hatten wir und andere lutherischen Kirchen in Chile - nicht zuletzt durch Vermittlung des GAW - das gesamte Opfer eines Sonntags aller deutschen evangelischen Kirchen für den Wiederaufbau bekommen. Valdivia erhielt die Summe von rund 400.000,- DM, die Gemeinde von Puerto Montt bekam etwas mehr als die Hälfte. Es war für chilenische Vorstellungen eine unglaubliche Summe. Mein Vorgänger und der Kirchenvorstand hatten dem Architekten den Auftrag gegeben, eine wirklich moderne Kirche zu bauen, was es damals in Chile noch nicht gab. Auch das Kirchliche Außenamt hatte in diese Richtung gedrängt und mit entschieden. Das Ergebnis war kollosal. Ich kann hier nicht auf Einzelheiten eingehen. Aber durch die moderne Konstruktion hoffte man, gegen künftige Erdbeben gewappnet zu sein. Dies hat sich dann im Jahr 2010 gezeigt, dass das Gebäude ohne Schaden die schweren Erdstöße überstanden hat. Als Pablo Neruda den Bau kurz nach seiner Fertigstellung einmal besuchte, sagte er zu mir: „Sie haben eine Festung gebaut, lieber Pastor. Und ich frage Sie, ob Sie sie als Verteidigung Ihres Glaubens verstehen, oder ob Sie die Menschen mit der Bibel und ihrer Botschaft angreifen wollen“.

Sehr bald reifte daher der Gedanke in mir, dass der moderne Bau ein Gegengewicht nötig hätte. Nun hatten durch das Erdbeben von 1960 sehr viele Menschen ihre Wohnungen verloren. Die Scholle, auf welcher die Stadt Valdivia stand, war ungefähr 2 m abgesackt. Tausende von Hektar Land standen dadurch unter Wasser. Auch ganze Stadtviertel waren unbewohnbar geworden. Man hatte aus diesem Grund südlich der Stadt ein neues Viertel mit Behelfswohnungen entstehen lassen. Diese Siedlung trug den Namen „Emergencia“, zu deutsch „Notfall“. Und so war es auch wirklich, mehr als kümmerlich. Jede Familie bekam ein Häuschen mit 25 - 30 qm. Als wir zum ersten Male die Siedlung besuchten, waren wir erschüttert von der dort herrschenden Armut. Besonders auffallend war, dass die Kinder im chilenischen Winter mit seinem kalten Regen barfuss herum liefen. Dazu sahen wir nicht wenige Kinder mit Brandwunden an Händen und im Gesicht. Man erklärte uns, dass in jedem der kleinen Häuser ein „brasero“, ein Kohlenbecken als Heizquelle vorhanden sei. Unvermeidlich sei es, dass die Kinder mit den glühenden Kohlen schmerzhafte Bekanntschaft machen mussten. Da entstand der Gedanke, eine Art ganz einfache Kindertagesstätte in dieser Siedlung zu errichten, um den Kindern wenigstens ein ungefährliches Spielen zu erlauben und ihnen eine warme Mahlzeit am Tage geben zu können.

In dieser Zeit besuchte uns ein Vertreter von Brot für die Welt, Hans-Joachim Hofmann, der uns den Rat gab, von vornherein großzügig zu planen. Man müsse hier mit dem Prinzip „nicht kleckern, sondern glotzen“, handeln. Mickrige Projekte würden wohl kaum unterstützt. Diesen Rat haben wir in Valdivia befolgt. Der Kirchevorstand hat von Anfang an das Unternehmen gefördert. Ich erinnere mich noch gut an den Abend, als ich meine Ideen vortrug. Und als ich dann die Damen und Herren fragte, was sie von meinen Plänen hielten, senkte sich Schweigen auf die Runde, bis einer der Anwesenden sagte: Das ist doch etwas Beschämendes, dass noch keiner von uns auf den naheliegenden Gedanken gekommen ist, dass wir als evangelische Kirche den Ärmsten der Stadt auch praktisch helfen müssen. An diesem Abend habe ich auch zwei Mitstreiter bekommen, das sind die Herren Norbert Petersen und Arnold Michaelis, die sich bis zum heutigen Tage für den Hogar Luterano eingesetzt haben.

Von den Schwierigkeiten, die es gab, bis wir die Stadtverwaltung von den Plänen überzeugen konnten will ich nicht weiter berichten. Den Bauplatz hatte die lutherische Gemeinde durch den Verkauf von Bausteinen finanziert. Von „Brot für die Welt“ bekamen wir etwa 200.000 DM, die auch für die laufenden Kosten der ersten Jahre ausreichten. Auf jeden Fall war der Tag im November 1965, an welchem wir die neue Kirche einweihen konnten, auch der Tag für die Grundsteinlegung des Sozialzentrums, das den Namen Hogar Luterano (Lutherheim) erhielt. Eineinhalb Jahre später - im Mai 1967 - konnten dann die ersten vorschulpflichtigen Kinder einziehen. Lieselotte Rau, eine von „Dienste in Übersee“ vermittelte Fachkraft, hat die organisatorische und pädagogische Leitung der ersten Jahre inne. Damals ahnte man schon, dass Chile unruhigen Zeiten entgegen gehen würde. Auch der Hogar Luterano musste seine Pforten eine Zeit lang schließen. Im Land herrschten chaotische Verhältnisse. 1974 fand man eine chilenische Direktorin für dieses Sozialwerk. Es ist Brígida Campos, die in den nächsten Jahrzehnten die Sache des Hogar Luterano zu ihrer eigenen machte. Erst vor einem Jahr hat sie die Leitung in jüngere Hände gelegt. Ihre Nachfolgerin ist Lucia Solanich Sotomayor.

Die entscheidende Prägung erfuhr der Hogar Luterano unter seiner "directora", Frau Brígida Campos. Sie ist Lehrerin von Beruf. Schon einige Jahre später, nachdem sie die Leitung übernommen hat, wurde die Einrichtung auf Schulkinder erweitert und im Laufe der Zeit konnten bis zu 340 Kinder und Jugendliche betreut werden. Ab 1991 bietet das Zentrum auch die Unterstützung von Universitätsstudenten an, die aus der Arbeit des Hogar Luterano hervor gehen. Die Kinder und Jugendliche kommen vor allem aus sozial schwachen Familien. Ihre Väter oder Mütter sind meist ungelernte, schlecht bezahlte, des Lesens und Schreibens oft unkundige Gelegenheitsarbeiter. Dadurch sind sie vielfach Frustrationen unterworfen, die sich in Aggressivität, Alkoholismus, Drogenkonsum und interfamiliärer Gewalt äußern. Dem Mangeln an Liebe und Zuneigung begegnet der Hogar Luterano, indem er den Jungen und Mädchen neue Perspektiven für ihr Leben gibt. Dabei steht die ganzheitliche Erziehung im Vordergrund, die in einer Atmosphäre des Vertrauens und der Geborgenheit geschieht. Sie sollen zu Selbständigkeit erzogen werden und lernen, eigene Entscheidungen zu finden. Sie sollen ihre Rechte und Pflichten kennen und durch eine freie Entfaltung sich selbst und ihre Umwelt erfahren. Wichtig für den Erfolg der Erziehung ist die Zusammenarbeit mit der ganzen Familie und der Gemeinschaft. In die Planung des Jahresprogramms, das unter einem bestimmten Motto steht, werden die Eltern und Erziehungsberechtigte mit einbezogen. Die Pforten des Hogar Luterano stehen ganzjährig den Jungen und Mädchen aus der Siedlung offen, unabhängig von ihrer Religion. Täglich erhalten sie eine gesunde Ernährung, lernen Sauberkeit und Hygiene, werden pädagogisch betreut, üben spielerisch soziales Verhalten, haben Hausaufgabenbetreuung und dennoch bleibt Zeit für Spiel und Spaß. Die Bibliothek steht allen Interessierten aus der Siedlung zur Verfügung. Eine kleine Zahnstation sorgt für gesunde Zähne.

Ohne das selbstlose Engagement von Brígida Campos, ohne ihre pädagogischen Fähigkeiten und ihre konsequenten, aber gerechten Entscheidungen wäre das Zentrum nicht zu dem geworden, was es heute ist.

Zum Schluss soll nicht unerwähnt bleiben, dass die Arbeit an den Kindern nicht so erfolgreich gewesen wäre, wenn die Kindernothilfe und ein Freundeskreis aus Deutschland nicht in großzügiger Weise finanzielle Unterstützung gewährt hätten. So war es möglich, dass in unserem Hogar Luterano ganze Generationen betreut und geformt werden konnten. Es sind viele Tausende, die hier eine glückliche und behütete Kindheit und Jugendzeit erlebt haben. In leichter Abwandlung darf ich im Hinblick auf das Werk in Valdivia das Motto der Diakonissen hier an den Schluss setzen:

„Unser Lohn ist, dass wir die Liebe Christi an andere weitergeben dürfen“.

Niels Koerner

Stuttgart, 22. März 2010

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